20/8/12

Después de unas cuantas cervezas, media botella de ron, tres o cuatro chupitos de absenta y mucho sexo; te dejo.

Se terminó la relación que mantuvimos durante doce años. Así, de un día para otro. Sin más preámbulos, sin premeditación. Nunca pensé dejarte tan joven.

No recuerdo cómo ni en qué momento te conocí; lo que sí recuerdo es porqué. Porque eras la fruta prohibida, la sensación que besaba bocas adultas, la entrada de una conversación, la causa para pedir algo, la sonrisa de un amigo, el movimiento suave y elegante de una mujer, la plaga cotidiana del día a día.

Al comienzo me diste muchos problemas, me costó adaptarme a ti. Nuestra relación tenía más contras que pros, y aún así, la mantuvimos a flote. Un perfume nuevo se apoderaba de mi boca y de mi cuerpo entero al tiempo que me producías fuertes devaneos de cabeza. La pérdida del equilibrio y casi de la visión eran los efectos que sobre mí pesaban cada vez que entraba en contacto contigo. ¡Ya en aquellos momentos me avisabas y yo miraba para otro lado!

Llegar a ti no era muy difícil, pero tampoco fácil. Recuerdo que lo hacíamos a escondidas, con la ayuda de otra persona con más años de relación, o, si había suerte, por nuestro propio mérito, gracias a la desidia de otros adultos.

En esos días no era fiel, ora rubio, ora negro; hasta me relacionaba con tus hermanos mayores.

Con el paso de los meses, la relación iba viento en popa y mi gusto por ti crecía a un ritmo endiablado, adictivo. Los frecuentes mareos de desvanecieron y la palabra fidelidad cobraba cada vez más sentido en mi diccionario.

Siempre me has acompañado, en todo momento; lo tuyo sí que era ser polifacético. Cuando estaba triste y necesitaba de tu ayuda, cuando me sentía alegre y no sabía qué hacer con mis manos, en momentos de tensión para canalizar mis nervios, en momentos de incertidumbre ante lo desconocido, en momentos de charla y borrachera, en las vacaciones vigilándome y esperándome cada vez que salía del mar, en clase para hacer más llevaderas las horas siguientes...siempre, en todo momento.

Hoy, no obstante, te tengo que dejar, te dejo. Muchas serán las ocasiones en que te eche de menos y te tenga tan al alcance. Sé que pondrás a prueba mi fuerza de voluntad, sé que no fue fácil conocerte, pero mucho más complicado será despedirte.

Esto ya tenía que terminar, ya estaba por caducar, desde hace unos cuantos meses que me venías dando las mismas satisfacciones pero también nuevos inconvenientes, nuevos problemas que no me permitían disfrutar de ti como hace años. Creo que ya no te quiero.

Se terminó, se terminó y espero no volver a cruzarme en tu camino; camino de placer, camino de perdición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario