28/1/09

Día oscuro, noche clara.

Su corazón bombeaba la sangre hirviendo por todo el circuito de sus venas. Rápidamente el líquido de la vida fluía por todo su cuerpo. Los intervalos, cada vez más cortos. Sus ojos reflejaban ahora ese color a histeria, esa mirada de incertidumbre queriendo explicar todo sin encontrar argumentos. El negro de sus pupilas había conquistado el territorio del iris. Una fuerte presión hacía presa su cabeza, a punto de estallar sin haber si quiera cambiado de forma. La mandíbula, acero cerrado herméticamente, llena de dientes castañeteando sin sentido. Tenía apretados los puños tan fuertemente que ya notaba la sangre resbalar por sus nudillos mientras las uñas se clavaban en sus palmas. La garganta no emitía sonido audible, pero interiormente un huracán agitaba todo se cuerpo. No podía pensar, ni moverse; no podía hacer nada. Desterrado de la forma humana para convertirse en estatua. Una palabra clavada en su frente; impotencia.
Letras que lloran, una detrás de otra,
siguiendo un orden,
Palabras que lloran, unas detrás de otras,
formando con lógica.
Frases que derraman lágrimas,
vuelven a tener sentido.
Había olvidado pronunciarlas
Y ahora revolotean sobre mi cabeza.
Su significado estaba perdido para mi.
Sentido...siento, ligera sensación epidérmica,
El viento contra mi cara.
Fusión de puertas del aliento,
Respiración entrecortada.
Recordarme líneas lo que no me recuerda la vida.

¿Acaso estoy loco?

¿Acaso estoy loco? ¿Es que la luna va buscando sus estrellas cada noche?¿O son las estrellas las que la buscan a ella? ¡Estoy loco!Dime que si, porque si oigo una negativa como respuesta,Mis dudas quedarán confirmadas, ¡Estoy loco!En la oscuridad de la noche, todos los girasoles, ebrios de luz lunar,Dirigían sus miradas hacia ella sin perderla de vista ni un momento,Quietos, inanimados, tan solo uno de ellos miraba en dirección contraria,Quizá buscando algo, cabizbajo, pero sin dejar de buscar.Siempre con esperanza de encontrar lo que buscaba,Si es que lo que buscaba era lo que quería encontrar.De vez en cuando desviaba su atención,Mirando como todos sus compañeros a la luna,Pero tan solo por unos instantes, tan solo por unas décimas de segundo.El no veía lo que tan ensimismados veían los demás, Y como muchas otras veces volvía a apartar su mirada.Durante esas horas sin final, y a pesar de estar rodeado de los demás girasoles,Sentía una terrible soledad, un calor sofocante que le ahogaba al estar plantado en aquel desierto de almas.Sufriendo con ansia el deseo de arrancar las profundas raíces de la tierra,Corriendo jadeante en busca de aquello tan importante como oxígeno para vida.Viéndose a mitad de camino, habiendo perdido el vívido colorido y frescura de épocas tempranas, doblegado y pudriéndose.Viendo su final, su amargo y desesperado final, Pero muriendo con semblante tranquilo, suave gesto de satisfacción,Muriendo con vida, sin cesar en su empeño.¿Acaso estoy loco? No, yo sabía que no.

En la lejanía.

El fuego cubría progresivamente el camposanto,
Matices anaranjados fluían en la hierba húmeda,
El sol que todo lo teñía,
Aquella estrella que veía pero no alcanzaba,
Se postraba ante la naturaleza impasible,
Tocando con su gracia cualquier rincón.
Una brizna de frescura mecía las hojas
Que se contoneaban ligeramente,
Dejándose llevar sin arraigos,
Sonando con armonía, sonando con silencio.
La tierra se mostraba expectante
Esperando la llegada de la noche,
Dejando atrás el día como solo ella sabe,
Mirando con belleza mientras una lágrima caía,
Delante de aquella estrella que no alcanzaba,Pero veía.
Tenía las piernas entumecidas,mis articulaciones se quejaban a cada movimiento,mi cuerpo se sentía cansado. Era un cuerpo joven,un cuerpo joven con un alma vieja.Cansado de andar deseando la estabilidad eterna,anhelándola con ansia.
De repente parecí encontrarla, aquella luz de matices anaranjados susurraba mi nombre, lentamente, muy lentamente; me llamaba. Después de tantas luchas, después de tantos enfrentamientos contra mi persona, aquella luz me llamaba. Mi vida se había completado
Cohibido, cohibido y enamorado del amor,enamorado de lo abstracto,de algo que no puede ser visto, ni tocado, ni oído.Cercado con altas murallas de fuerte piedra,intraspasables ni siquiera con las alas de Cupido.Obligado a unas lisas hojas de papel,rayadas con tinta perfectamente ordenada, que dejarían de tener sentido algunosin todas esas letras que hablande lo que suavemente nombramos con un nombre.Obligado a ser protagonista y parte de ese contenido,de esas letras que no hacen más que rondarme la cabeza.Ligereza pesada, déjame amar estos versos.